Muchos piensan que la mente es un órgano: el cerebro, otros
aseguran que es un proceso o una serie de conciencias, a decir verdad es un
tema bastante amplio pero en éste momento es útil ver a la mente como un
proceso.
Cuando se habla de la motivación o intención, se refieren al
centro de nuestra acción al que le siguen las acciones físicas y de la palabra.
Si no existe una intención mental no se da una acción física o verbal. Cuando
afirman que somos lo que pensamos podemos reconocer que si toda acción proviene
de nuestro proceso mental , la afirmación es cierta.
Muchas personas creen que las emociones son
los que nos hacen ser de una forma y no de otra, y esto es verdad en parte.
Junto a los sentimientos nos permiten ser como somos, aunque nuestras
experiencias también tienen su parte de responsabilidad. Es que solemos
vivir siempre “actualizando” o rememorando los sentimientos del pasado. Es
el mismo proceso químico, una y otra vez.
Una de las preguntas que te puedes hacer para darte cuenta
si realmente debes o no cambiar o programar nuevamente tu cerebro es ¿Cuál es
el sentimiento que me invade cada día, sirviendo como excusa perfecta para no
modificar nada?
Podrás decir que tienes la capacidad de eliminar la culpa, la vergüenza, la
sensación de no merecer ser feliz, de que no vales nada y ese es realmente una
excelente forma de comenzar. Así te librarás de todo aquello que te
destruye, que te encierra, te enjaula o te tiene prisionero. Los estados
anteriormente nombrados son los que te impulsan a comportarte como si fueras un
animal entre rejas.
Pregúntate qué es lo que puedes cambiar de ti mismo para ser
una mejor persona, cuál es el mayor ideal que puedes o quieres alcanzar, qué
historia o personaje admiras para poder emular, etc. Eres el único
responsable de lo que te ocurre porque si bien puedes decir que otros te llevan
a sentirte mal o deprimido, tú eres quien decide mantenerse en ese camino. Puedes
cambiar tu mentalidad para crear nuevos senderos por los cuales el cerebro transite
de forma más tranquila o, al menos, diferente a lo conocido.
No le tengas miedo a lo que no conoces o no sabes, no tiene
que ser malo lo desconocido en el 100% de los casos. Está comprobado que
el cerebro es
capaz de ayudar a curar las enfermedades más dañinas, como pueden ser el cáncer
o la diabetes. Nuestros pensamientos se convierten en materia, según los
científicos más prestigiosos del mundo. Las personas tenemos la
capacidad de cambiar la arquitectura de nuestro cerebro. De ello no
hay dudas.
En primer lugar es preciso que lo aceptes y lo creas.
Entiende que existe una inteligenciasuperior,
por encima de lo conocido, que está en nuestro interior, pero “durmiendo”. Solo
hace falta despertarla.
En segundo término, acepta que tus propios
pensamientos y reacciones: son los que te llevan a enfermar (hay un
campo científico llamado psico-neuro-inmunología que demuestra que existe una
conexión entre la mente y el cuerpo), a ser de una determinada manera, a
responder de cierto modo, a reaccionar específicamente ante cada estímulo, etc
El tercer paso en este camino de reprogramar la mente
consiste en reinventarse a uno mismo. Es decir, pensar en cómo te gustaría ser,
tanto en el plano físico como en lo mental o espiritual. Desde verte
más delgado a ser más compasivo, pasando por engordar las piernas a no
enfadarte por todo. Medita o
imagínate con esa característica ya “incluida en tu inventario”.
El lóbulo frontal del cerebro representa
el 40% de su totalidad. Cuando estamos concentrados o muy focalizados, actúa
como un control de volumen. Al tener conexiones con todas las partes del
cuerpo, puedes aumentarlo o disminuirlo como deseas.
Esto quiere decir que los circuitos que se relacionan a
mover tu cuerpo, percibir lo que te rodea o sentir las emociones también pueden
modificar la realidad. Solo tienes que centrar tu mente en un único
pensamiento, en ese deseo, ese sueño, esa meta y el cerebro se encargará del
resto.
Nuestra mente, bajo determinadas condiciones, distingue
difícilmente entre lo que es real y lo que es inventado. Al querer
reprogramarla, estamos modificando muchos detalles que están guardados desde
hace años. Esto no sólo es para los cambios internos o externos de
nuestro cuerpo, sino también para lo que queremos conseguir en lo
material, como una casa, una pareja, un empleo, un coche, un viaje,
etc. Imagínalo una y otra vez y aumentarás las posibilidades de que se haga
realidad. El mecanismo es muy parecido al que actúa con nuestras profecías
autocumplidas.
Es posible cambiar nuestra mentalidad creando nuevas
conexiones o “cableados” que van desde el cerebro a
otras partes del cuerpo, fortaleciendo el pensamiento, estableciendo
prioridades, utilizando la parte de la mente que se encarga de hacer realidad
las fantasías, etc.
No hay nada místico en los resultados de estas
investigaciones, sino que es la misma inteligencia la
que organiza y regula las funciones del cuerpo y a la vez permite que
el corazón lata cien mil veces al día, respiremos miles de veces o parpadeemos
sin pensarlo. También la mente es la que se encarga de las casi 70 funciones
del hígado, de los jugos gástricos y de tantas otras tareas más.
Y por último, vale la pena destacar que cada vez que
pensamos estamos fabricando diferentes sustancias químicas. Los
pensamientos negativos producen señales dañinas para el cuerpo. Haz la
prueba: piensa en algo triste y a los pocos segundos la tristeza invadirá todo
tu cuerpo. Por el contrario, imagina algo alegre o ríete con un chiste y te
darás cuenta de que es otra la predisposición. Es que todo, completamente todo,
está “en manos” del cerebro.