¿Emociones o sentimientos? ¿Son lo mismo?
Es importante saber distinguir entre emociones y sentimientos. Las emociones son expresiones fisiológicas, biológicas y de estados mentales. Es un término genérico para referirse a la adaptación por parte de los individuos, a estímulos provocados por personas, animales, cosas…En cambio los sentimientos son el resultado de las emociones. La palabra sentimiento viene del verbo “sentir” y se refiere a un estado de ánimo afectivo, por lo general de larga duración, que se presenta en el sujeto como producto de las emociones que le hace experimentar algo o alguien.
Cada individuo experimenta una emoción de forma particular, dependiendo de sus experiencias anteriores, aprendizaje, carácter y de la situación concreta. Algunas emociones son innatas, mientras que otras pueden adquirirse.
Existen 6 categorías básicas de emociones.
- MIEDO: Anticipación de una amenaza o peligro que produce ansiedad, incertidumbre, inseguridad.
- SORPRESA: Sobresalto, asombro, desconcierto.
- AVERSIÓN: Disgusto, asco, solemos alejarnos del objeto que nos produce aversión.
- IRA: Rabia, enojo, resentimiento, furia, irritabilidad.
- ALEGRÍA: Diversión, euforia, gratificación, contentos, da una sensación de bienestar, de seguridad.
- TRISTEZA: Pena, soledad, pesimismo.
Sólo cuando reconocemos, aceptamos, entendemos y sabemos expresar adecuadamente nuestras emociones y sentimientos, podemos aumentar nuestro propio bienestar y entender y relacionarnos mejor con los demás.
Norberto Levy, medico psicoterapeuta argentino, en su libro “La sabiduría de las emociones”, no dice que “las emociones consideradas conflictivas por la sociedad son en realidad valiosas señales que nos envía nuestro cuerpo acerca de problemas subyacentes que deben ser tratados”. Así, el miedo, la ira, la culpa, la envidia y la vergüenza tienen su contrapartida positiva. Nos invitan a revisarnos.
Así mismo, en la actualidad se habla de inteligencia emocional, un concepto creado por Daniel Goleman, psicólogo estadounidense. Está demostrado que las personas que adquieren este tipo de inteligencia, pueden desarrollar mayor cantidad de objetivos y lograr con mayor eficiencia la realización de los mismos.
¿Qué es la Inteligencia Emocional?
La Inteligencia Emocional es la capacidad de interactuar con el mundo de forma receptiva y adecuada. Se trata de conectar las emociones con uno mismo; saber qué es lo que siento, poder verme a mí y ver a los demás de forma positiva y objetiva.
Características básicas y propias de la persona emocionalmente inteligente:
- Poseer suficiente grado de autoestima
- Ser personas positivas
- Saber dar y recibir
- Empatía (entender los sentimientos de los otros)
- Reconocer los propios sentimientos
- Ser capaz de expresar los sentimientos positivos como los negativos
- Ser capaz también de controlar estos sentimientos
- Motivación, ilusión, interés
- Tener valores alternativos
- Superación de las dificultades y de las frustraciones
- Encontrar equilibrio entre exigencia y tolerancia.
El autor del libro “Inteligencia Emocional”, explica que la Inteligencia Emocional es el conjunto de habilidades que sirven para expresar y controlar los sentimientos de la manera más adecuada en el terreno personal y social. Incluye, por tanto, un buen manejo de los sentimientos, motivación, perseverancia, empatía o agilidad mental. Justo las cualidades que configuran un carácter con una buena adaptación social.
Todas las personas nacemos con unas características especiales y diferentes, pero muchas veces la manera que tenemos de comportarnos o de enfrentarnos a los retos de la vida son aprendidos. Desde pequeños podemos ver como para un niño no está tan bien visto llorar y expresar sus emociones como en una niña, además a los varones se les exige ser más valientes, seguros de sí mismos. También podemos observar como, según las culturas, las mujeres son menos valoradas, tanto en el ámbito personal como en el laboral, lo cual es el origen de opresiones y malos tratos.
Todo esto lo adquirimos sin darnos cuenta ya desde el momento en que venimos al mundo: nos comportamos como nos han “enseñado” a comportarnos. Quererse a uno mismo, ser más generoso con los demás, aceptar los fracasos, no todo depende de lo que hemos heredado, por lo que hemos de ser capaces de seguir aprendiendo y mejorando nuestras actitudes día a día, aprender a ser más inteligentes emocionalmente, en definitiva a ser más felices.
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