martes, 7 de noviembre de 2017

LAS 5 ESFERAS PRINCIPALES

o   LAS ESFERAS PRINCIPALES

·                RECONOCER NUESTROS SENTIMIENTOS



ü  Para reconocer nuestros sentimientos, tenemos que empezar por identificar las emociones.




No estamos acostumbrados a hacerlo, por varias razones:


ü  Es algo que aprendimos desde pequeños, ya sea porque nuestros padres lo hacían o porque le quitaban importancia a nuestras emociones con comentarios como:




ü  "No llores, eso no puede dolerte tanto.


No debes enojarte con tu hermano.

No tienes porque estar triste, no es más que un juguete que se rompió".
ü  Creemos, equivocadamente, que si "no sentimos", o que si nos mantenemos muy ocupados, el dolor va a desaparecer.
ü  Pensamos que no deberíamos sentirnos así, porque no está de acuerdo con la imagen que tenemos de nosotros mismos o con la que queremos dar.
ü  Pero existen ciertas señales, que pueden indicarnos que algo nos está afectando, como por ejemplo:
ü  Estar aburridos constantemente,
ü  humillar a la gente, con "bromas" que les molestan,
ü  ver que la gente nos evita,
ü  encontrarle defectos a casi todas las cosas o personas,
ü  estar deprimidos, desganados, sin energía o apáticos, con frecuencia,
ü  tener molestias físicas, problemas para dormir, etc., sin que sean resultado de alguna enfermedad o medicina que estemos tomando,


ü  dedicarnos a alguna actividad en exceso, como comer, trabajar, comprar, hacer ejercicio, ver televisión, etc.


Esto nos indica que hay alguna situación y/o emoción a la que no nos podemos enfrentar; sin darnos cuenta de que, escondiéndola, sólo la ayudamos a tomar más fuerza.


   MANEJAR TUS EMOCIONES

ü  Del mismo modo, tus emociones tampoco aparecen o desaparecen cuando tú lo decides. Pero, ¿es posible tener algún control sobre las emociones o debes resignarte a que dominen tus actos?
ü  ¿Alguna vez te has preguntado porque alguien es capaz de hablar en público sin aparentar nervios mientras que otra persona se viene abajo? ¿Por qué hay gente que en una discusión sucumbe a la ira mientras otros mantienen la calma?
ü  Si bien tiene sentido que te sientas triste cuando te dan malas noticias, eso no significa que tu única opción sea quedarte llorando en un rincón (esa actitud probablemente te mantenga afligido durante más tiempo). Reconocer que estás triste a la vez que te fuerzas a ti mismo a hacer algo productivo te ayudará a sentirte mejor antes.

ü  ¿Decides tú cómo controlar las emociones?

ü  Hay muchas teorías al respecto. Algunos psicólogos creen que tenemos el control total sobre nuestras emociones y otros creen que no existe ninguna posibilidad de controlarlas.
ü  Sin embargo hay investigaciones que concluyen que la forma en que interpretas tus emociones puede cambiar la forma como las vives. La forma en que reacciones frente una emoción en concreto condicionará cómo actúa sobre ti.
ü  El orador que sufre frente la idea de hablar en público lo hace porque interpreta sus nervios como algo negativo, como una señal que le está enviado su cuerpo para que salga corriendo de allí.
ü  Por otro lado, alguien que interprete esos mismos nervios como excitación y ganas de hacerlo bien probablemente tenga más éxito en su conferencia.
ü  La moraleja es que tu cuerpo te proporciona la energía para hacer algo, pero cómo usar esa energía lo decides tú. Hay gente que paga dinero y hace horas de cola para subirse a una montaña rusa, mientras que otros no se subirían ni en sueños. Ambos sienten los mismos nervios, pero los interpretan de forma diferente: diversión frente terror.

ü  Lo que ocurre cuando tus emociones se descontrolan

ü  No puedes evitar sentir emociones. Las emociones están ahí porque tienen una función evolutiva, un sentido biológico de supervivencia. Si nuestros antepasados no hubieran sentido miedo delante de una manada de tigres, probablemente el ser humano no hubiera llegado hasta hoy en día.
ü  La amígdala es la parte de tu cerebro encargada de disparar las emociones, como si fuera una respuesta automática en forma de agresión o huida frente una amenaza. Por eso es tan difícil controlar mediante la fuerza de voluntad el origen de tus emociones: significaría anular esta respuesta para la que estás programado genéticamente.
ü  Este tipo de respuesta emocional es por lo tanto, necesaria. Sin embargo, en algunas personas no está correctamente regulada y puede ocurrir que:
ü  Se dispare en situaciones donde no existe una amenaza real (provocando la ansiedad)
ü  Sea incapaz de desactivarse con el paso del tiempo (como en la depresión). Por algún motivo, el cerebro entra en modo de supervivencia y se queda anclado ahí.
ü  Cuando estás en fase de lucha-huida y la amígdala ha tomado el mando de tus actos, normalmente ya es demasiado tarde. Por eso debes aprender a actuar antes. Tienes que acostumbrarte a detectar aquellas señales que te indican que vas camino de no poder dominar tus emociones.

ü  Esta es la única forma en que serás capaz de detener el proceso (o retrasarlo) antes de que sea demasiado tarde. Una vez las emociones te dominan, eres poco más que una bestia acorralada.



 AUTOMOTIVACION

           
 La definición de la automotivacion es darse a uno mismo las razones, impulso, entusiasmo e 
interés que provoca una acción específica o un determinado comportamiento. La motivación 
está presente en todas las funciones de la vida: actos simples, como el comer que está motivado
 por el hambre, la educación está motivado por el deseo de conocimiento. Pero cuando hablamos 
de automotivación es algo diferente ya que es la motivación hacia uno mismo.
La habilidad de motivarnos, el optimismo, es uno de los requisitos imprescindibles
para la consecución de metas relevantes y tareas complejas y se relaciona con un amplio elenco de
 conceptos psicológicos que usamos habitualmente: control de impulsos, inhibición de pensamientos
 negativos, estilo atributivo, nivel de expectativas y autoestima.
La capacidad de motivarse a uno mismo se pone especialmente a prueba cuando surgen las dificultades,
 el cansancio, el fracaso, es el momento en que mantener el pensamiento de que las cosas irán bien,
 puede significar el éxito o el abandono y el fracaso.




SABER RECONOCER LOS SENTIMIENTOS DE LOS DEMAS




Hay personas que sufren de una especial falta de intuición ante los sentimientos de los demás.



Pueden, por ejemplo, hablar animadamente durante tiempo y tiempo, sin darse cuenta de 

que están resultando pesados, o que su interlocutor tiene prisa y lleva diez minutos haciendo ademán de querer concluir la conversación, o dando a entender discretamente que el tema no le interesa en absoluto.



A lo mejor intentan dirigir unas palabras que les parecen de amigable y cordial crítica constructiva –a su cónyuge, a un hijo, a un amigo–, y no se dan cuenta de que, por la situación de su interlocutor en ese momento concreto, sólo están logrando herirle.

·         O irrumpen sin consideración en las conversaciones de los demás, cambian de tema sin pensar en el interés de los otros, hacen bromas inoportunas, o se toman confianzas que molestan o causan desconcierto.
 
·         O quizá intentan animar a una persona que se encuentra abatida después de un disgusto o un enfado, y le dirigen unas palabras que quieren ser de acercamiento pero, por lo que dicen o por el tono que emplean, su intento resulta contraproducente.
 
·         O hablan en un tono imperioso y dominante, pensando que así quedan como personas decididas y enérgicas, y no se dan cuenta de que cada vez que con su actitud cierran a uno la boca suelen hacer que cierre también su corazón.

—¿Y por qué crees que esas personas son así? ¿Por qué parecen entrar en la vida de los demás como un caballo en una cacharrería?

No suele ser por mala voluntad. Lo más habitual es que, como decíamos, les falte sensibilidad ante los sentimientos ajenos.

Como ha señalado Daniel Goleman, las personas no expresamos verbalmente la mayoría de nuestros sentimientos, sino que emitimos continuos mensajes emocionales no verbales, mediante gestos, expresiones de la cara o de las manos, el tono de voz, la postura corporal, o incluso los silencios, tantas veces tan elocuentes. Cada persona es un continuo emisor de mensajes afectivos del más diverso género (de aprecio, desagrado, cordialidad, hostilidad, etc.) y, al tiempo, cada persona es también un continuo receptor de los mensajes que irradian los demás.

APRENDER A MANEJAR LOS SENTIMIENTOS DE LOS DEMAS

En la relación con los demás, lo principal consiste en optimizar las habilidades que nos permiten intuir cómo se sienten otros y "regular las emociones de los demás con lo que hacemos y dejamos de hacer, algo que todos hacemos todos los días de forma involuntaria y generalmente, negativa, logrando generan en los demás lo no buscado".
Según este experto, la inteligencia emocional de los profesionales de la sanidad ya es un factor a valorar en la selección de personal en Estados Unidos y una materia a impartir en los programas de formación, ya que manejar habilidades sociales "equivale a disfrutar de mejor salud mental, menos ansiedad y depresión y menos problemas con la gente con la que se desarrolla cada día el trabajo".

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